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30/01/2008, 10:55
En el camping de Castañares, desde la parcela que ocupa la caravana de los Iriondo, una casita blanca con ventanas y techo azules, una campana como timbre de la puerta, sólo se escucha el discurrir del río Oja. Sin duda, un entorno estupendo para disfrutar de la naturaleza y olvidar el estrés del día a día. «Cuando Antonio y Rosa, los padres de Enaitz, vinieron por primera vez, hace seis años, me preguntaron si estaba bien para los chavales», cuenta Ángela García, apoderada del establecimiento. «Llegaron con otra familia. Les gustó el ambiente y se quedaron», continúa.
Como tantos otros visitantes, los Iriondo encontraron en Castañares tranquilidad y nuevos amigos con los que compartir aficiones. «Son un matrimonio muy sociable que se ha integrado perfectamente en la vida del camping», agrega Ángela García. Su hija solía divertirse con otras niñas. A Enaitz, el mayor de los dos vástagos, le gustaba acercarse a Castañares con sus amigos del camping. Iban en bici porque les parecía el medio más seguro.
«La gente del pueblo conocía a Enaitz de vista. Las chicas recuerdan que alguna vez habían charlado con él y su cuadrilla». El alcalde de Castañares, Juan Manuel Martínez, se incorpora al relato de la tragedia. Él, como muchos otros vecinos de la localidad, fue testigo del accidente. Pasó por la LR-111 unos minutos después del choque.
A la una de la madrugada del 26 de agosto del 2004, un estruendo sobresaltó a los campistas de Castañares. «El padre de Enaitz dice que escuchó el golpe del coche contra la bicicleta», confirma Ángela García. El joven volvía del pueblo por el camino conocido como 'la parcelaria', una vía que, paradójicamente, se acondicionó para que los campistas llegaran con más seguridad al municipio. Cada minuto de aquella noche fue interminable. «Nadie puede imaginarse cómo lo pasamos todos, y sobre todo, la pena que han soportado esos padres», continúa la apoderada del camping.
Y sin embargo, o quizá para enfrentarse a su dolor cara a cara, Antonio y Rosa decidieron seguir acudiendo a las instalaciones de Castañares como lo hacían antes. A la entrada del establecimiento, un conjunto de flores recuerda a Enaitz. Sus amigos del camping lo siguen regando cada fin de semana. «Desde que ocurrió el siniestro, han luchado mucho. Con nuestra ayuda y solidaridad, han dedicado su vida a pelear por la memoria de su hijo», subraya Ángela García. Por eso, la demanda de Tomás Delgado Bartolomé les hizo tanto daño. «Antes, los padres me decían: 'Pobre hombre, con la pena que tendrá encima'. Vaya pena, después de lo que ha hecho, este sinv...», se ahorra el insulto Ángela. Sin embargo, la actitud de Delgado les ha abierto otra puerta, un nuevo juicio que puede culminar con los huesos del conductor en la cárcel. «Ahora se verá todo otra vez porque tras el accidente se hicieron muchas cosas mal, se tardó mucho en hacer el atestado y nadie entiende cómo este hombre pudo beber, como dice, un cubata antes de que llegara la Guardia Civil para calmar sus nervios», argumenta García. Una frenada de 150 metros parece excesiva para un coche que al parecer, 'sólo' iba a 113 kilómetros por hora.
Castañares, mientras tanto, se ha volcado con la familia. En las cabinas de teléfonos, en las paredes, varios carteles recuerdan la cita: 'En el juzgado de Haro: miércoles día 30 a las 9.30 horas de la mañana'. Otros pueblos de la zona han amanecido con el mismo llamamiento. «Va a ir muchísima gente», augura el alcalde del municipio, Juan Manuel Martínez. También acudirán a Haro los campistas del establecimiento y muchos vecinos de Santo Domingo de la Calzada, todos con el objetivo de apoyar moralmente a la familia de Enaitz. La primera víctima de esta tragedia.
fuente: Castañares afronta su dolor. larioja.com (http://www.larioja.com/20080130/rioja-region/castanares-afronta-dolor-20080130.html)
Como tantos otros visitantes, los Iriondo encontraron en Castañares tranquilidad y nuevos amigos con los que compartir aficiones. «Son un matrimonio muy sociable que se ha integrado perfectamente en la vida del camping», agrega Ángela García. Su hija solía divertirse con otras niñas. A Enaitz, el mayor de los dos vástagos, le gustaba acercarse a Castañares con sus amigos del camping. Iban en bici porque les parecía el medio más seguro.
«La gente del pueblo conocía a Enaitz de vista. Las chicas recuerdan que alguna vez habían charlado con él y su cuadrilla». El alcalde de Castañares, Juan Manuel Martínez, se incorpora al relato de la tragedia. Él, como muchos otros vecinos de la localidad, fue testigo del accidente. Pasó por la LR-111 unos minutos después del choque.
A la una de la madrugada del 26 de agosto del 2004, un estruendo sobresaltó a los campistas de Castañares. «El padre de Enaitz dice que escuchó el golpe del coche contra la bicicleta», confirma Ángela García. El joven volvía del pueblo por el camino conocido como 'la parcelaria', una vía que, paradójicamente, se acondicionó para que los campistas llegaran con más seguridad al municipio. Cada minuto de aquella noche fue interminable. «Nadie puede imaginarse cómo lo pasamos todos, y sobre todo, la pena que han soportado esos padres», continúa la apoderada del camping.
Y sin embargo, o quizá para enfrentarse a su dolor cara a cara, Antonio y Rosa decidieron seguir acudiendo a las instalaciones de Castañares como lo hacían antes. A la entrada del establecimiento, un conjunto de flores recuerda a Enaitz. Sus amigos del camping lo siguen regando cada fin de semana. «Desde que ocurrió el siniestro, han luchado mucho. Con nuestra ayuda y solidaridad, han dedicado su vida a pelear por la memoria de su hijo», subraya Ángela García. Por eso, la demanda de Tomás Delgado Bartolomé les hizo tanto daño. «Antes, los padres me decían: 'Pobre hombre, con la pena que tendrá encima'. Vaya pena, después de lo que ha hecho, este sinv...», se ahorra el insulto Ángela. Sin embargo, la actitud de Delgado les ha abierto otra puerta, un nuevo juicio que puede culminar con los huesos del conductor en la cárcel. «Ahora se verá todo otra vez porque tras el accidente se hicieron muchas cosas mal, se tardó mucho en hacer el atestado y nadie entiende cómo este hombre pudo beber, como dice, un cubata antes de que llegara la Guardia Civil para calmar sus nervios», argumenta García. Una frenada de 150 metros parece excesiva para un coche que al parecer, 'sólo' iba a 113 kilómetros por hora.
Castañares, mientras tanto, se ha volcado con la familia. En las cabinas de teléfonos, en las paredes, varios carteles recuerdan la cita: 'En el juzgado de Haro: miércoles día 30 a las 9.30 horas de la mañana'. Otros pueblos de la zona han amanecido con el mismo llamamiento. «Va a ir muchísima gente», augura el alcalde del municipio, Juan Manuel Martínez. También acudirán a Haro los campistas del establecimiento y muchos vecinos de Santo Domingo de la Calzada, todos con el objetivo de apoyar moralmente a la familia de Enaitz. La primera víctima de esta tragedia.
fuente: Castañares afronta su dolor. larioja.com (http://www.larioja.com/20080130/rioja-region/castanares-afronta-dolor-20080130.html)