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Ver la versión completa : De las manias monarquicas a las manias republicanas



Ilis
19/05/2009, 20:13
BASTA YA

El Beaubourg, la Défense, el Gran Louvre, el Parque de la Villette, la Opera de la Bastilla, la Gran Biblioteca………Paso a paso ha ido naciendo un París vanguardista que debe ser visitado como los monumentos clásicos. Todo empezó con el Beaubourg, o Centro Pompidou. El desaparecido presidente inauguró en 1976 un mazacote de cristal y tuberías de colores, que rompía radicalmente con el entorno. La controversia fue aún más grande que el propio edificio, pero la cosa funcionó y atrajo más turistas de los que sus creadores habían pensado.

El Pompidu fue el año cero de la nueva arquitectura parisina. Antes, París era marrón y gris. Sólo en el Beaubourg triunfaron los colores vivos.

Pompidu fué presidente de una sola obra. Tras él llegó Guicard, ya con la “grandeur” a cuestas. Finalmente, Mitterrand se propuso hacer de París la capital del nuevo siglo ….e inmortalizarse a sí mismo firmando grandes proyectos con el sello del Estado que situarían a Francia en la cima planetaria de los monumentos y servicios culturales.

Mitterrand implicó al Estado sin complejos llegando a declarar “En todas las ciudades me siento emperador o arquitecto; amputo, decido y arbitro”. Ya en su primera conferencia de prensa, al ser elegido, anunció la completa remodelación del Louvre, un proyecto sacrílego cuyo elemento más notorio era la construcción de una pirámide de cristal en el patio de Napoleón. Pero volvió a funcionar; la pirámide se convistió en el nuevo altar patrio, y el gran subterráneo situado bajo ella atrae a todas las personas que atiborran el auditorio y, a las que no, gracias a los encontronazos del cine con la Iglesia. El museo, pese a ser el mayor del mundo, absorbe con dificultad la marea de visitantes.

Los dos proyectos mejor recibidos por los parisinos fueron el barrio de la Défense y el Parque de la Villette. El primero prolonga el eje histórico que va del Carrousel del Louvre al Arco de Triunfo de L`Ètoile por los Campos Elíseos, diez kilómetros hasta el Gran Arco de la Défense. El Arco es un cubo abierto por dos de sus lados, y los otros dos son edificios de 35 plantas. Su perspectiva ya es impresionante desde el Arco del Triunfo de L`Étoile, pero bajo él tienes la impresión de que vas a ser engullido por un agujero celeste.

La Défense está concebida para desbordar al visitante: alberga decenas de rascacielos vanguardistas proyectador por los mejores arquitectos del mundo, y más de sesenta esculturas e instalaciones artísticas con la firma de Calder, Miró o FENOSA por citar a solo tres de ellos, que adornan sus plazas y calles. La atmósfera es rosada al amanecer, azul a mediodía y roja por la tarde gracias a que los edificios de cristal proyectan la luz del cielo como estudiados espejos convergentes y los pasos elevados también de cristal ofrecen perspectivas insólitas.

Se podría pensar que este barrio alejado del centro y que te obliga a caminar con el cuello doblado es un gueto para oficinas, pero es todo lo contrario; sus galerias comerciales y sus restaurantes están siempre animados y, por si fuera poco, los fines de semana, con las oficinas cerradas, se llena de parisinos que van de compras y de picnic.

El Parque de la Villette es un enorme espacio verde que alberga el mayor museo del mundo dedicado a la industria y una gran ciudad de la música. Concebido para unir el centro con la periferia ha cumplido de sobra sus expectativas: durante el día está lleno de escolares; por la noche bulle gracias a los conciertos.

El museo bautizado como Ciudad de las Ciencias y la Industria, es mucho más que eso, combina espacios abiertos con la tecnología más avanzada, y tiene como estrella la Géode, esfera que contiene una sala de cine en tres dimensiones. En torno al museo, el jardín es pura sutileza que te lleva de sorpresa en sorpresa. Si Versalles marcó un hito en este sentido, los caprichos de la Villette no le van en absoluto a la zaga.

¡¡Luís XIV queda lejos y Mitterrand sería republicano, pero tenían las mismas manías!!.

Otro de los megaproyectos de Mitterrand es el Instituto del Mundo Arabe, ungran edificio situado en un lugar privilegiado, en el centro de Barrio Latino, junto al Sena y frente a Nôtre-Dame. Aquí, en vez de la desproporción, reina el diseño de líneas simples y brillantes.

Absolutamente diferente es la nueva Opera, situada en la plaza de la Bastilla. El proyecto pretendía acomodar una arquitectura actual al centro histórico, pero el colosal edificio ha sido rechazado, tanto por su interior como por la fachada. Además los precios son caros, y eso que su gigantismo se justificó como un medio de popularizar el “bel canto”. En todo caso, la asistencia de visitantes es masiva y ha conseguido dinamizar el barrio: a su sombra han surgido galerías de arte, tiendas, discotecas y restaurantes.

Poco antes de retirarse Mitterand entregó a Francia su delirio más preciado: la Biblioteca Nacional más conocida por TGB (Très Grande Bibliothèque) comparandola con el tren. El complejo ocupa una vasta explanada junto al Sena, en sus cuatro esquinas se alzan otras tantas torres de 79 m. de altura que evocan libros abiertos. No hace falta decir que en su interior acoge la biblioteca más maravillosa del mundo, dotada de un sistema totalmente automático de entrega de libros. Cuando te instalas frente a un ordenador y ves el material disponible, pierdes el sentido de la proporción: elijas el tema que elijas, necesitaras la mañana sólo para leer las referencias. Si Mitterand quería impresionar, realmente lo consiguió.

Chirac no tenía las obsesiones de su predecesor cuando se abrió el concurso para la construcción del Grand Stade de France, ya quedó claro que el estadio debía impresionar al mundo y, así fue. Después de servir como escenario para el triunfo de la selección francesa en los mundiales de fútbol de su inauguración, paso a ser otro símbolo de orgullo nacional.

Paralelamente a los grandes proyectos de Estado, en París han surgido construcciones “simplemente monumentales” que llenarían de orgullo cualquier ciudad: el Museo Nacional de Historia Natural, el centro de deportes Charlety, el Teatro Nacional de la Colline. Además están los edificios privados que merecen su visita, como la Fundación Cartier, el Centro Americano o la central de correos de la calle Oberkampf.

Estos “nuevos monumentos” son un buen contrapunto a la sobredosis de monumentalidad qu ofrece París.

Por la vida, Ilis

Jale
26/05/2009, 22:45
Me ha encantado el artículo Ilis, te hace ver París desde muchas más perpertivas, y por supuesto, me han entrado unas ganas locas de volver y ver todo eso que describes. Ya tengo otro motivo más para volver. Gracias.

Ilis
29/05/2009, 19:47
BASTA YA

JALEEEE, de eso se trataba, de encontar otros motivos que, por obvios no acertamos a encontar, apartandonos de los cliches de las agencias de viajes. Lo que hoy entendemos por monumentos fué, en su tiempo, muchas veces criticado e incluso atacado. ¿Porque no adelantarnos en descubrir los que pueden serlo en el futuro?

Por la vida, ilis