rocinante
05/09/2009, 01:00
Una noche mágica…
Empapados en sentimientos castellanos y comuneros, llegamos a la muy noble villa segoviana de Sepúlveda…bella como pocas, altiva como solo puede hacerlo quien ha visto en sus calles historias de capa y espada desde muchos siglos atrás, hermosa y dura como solo puede ser quien ha visto librar frente a sus murallas muchas batallas llenas de dolor y sufrimiento…
Más imponente que nunca, engalanada con magníficos pendones, que resaltan los blasones que presiden muchas de las casas de esta Villa, al caer el sol, todo este conjunto llega a su máximo esplendor, las antorchas empiezan a iluminar con luz trémula y con esos tonos anaranjados que nos da el fuego… la belleza es sublime.
Todo el pueblo se arremolina en la Plaza del Trigo, va a dar comienzo la lectura de los Fueros de Sepúlveda, desde el balcón del Ayuntamiento.
Sepulvedanos ataviados como no podía ser de otro modo, al más puro estilo medieval, van dando buena cuenta de todos y cada uno de los privilegios que la Historia dio a esta noble villa…
La lectura llega a su fin, el cortejo real acompañado por la multitud que eleva sus antorchas al cielo segoviano, se retira por las calles junto a las murallas que protegieron Sepúlveda…
Nosotros engullidos por la multitud, paseamos entre puestos que nos recuerdan los mercados del medievo, aquí un herrero, allí un jabonero, el puesto de las hierbas también esta, los fuertes olores invaden todo el ambiente, haciendo de la noche una mezcla a tomillo, cardencha, jengibre y lavanda…
Llegamos a la Plaza de los Gorrinos, para admirar un curioso espectáculo, al más puro estilo de la tierra, están asando a la brasa dos magníficos gorrinos, que luego serán repartidos y compartidos con todo el que lo desee…
A nosotros nos llaman ya nuestros intestinos, y hemos guardado en al memoria una jaima en la cual están haciendo unos kebab y uno té verde que calienta y anima el cuerpo, así que descansamos un rato a la espera de lo que a nosotros nos ha traído fundamentalmente…
Son las doce en punto de la noche, la plaza con la única iluminación de las antorchas, con su peculiar tintineo, crean sombras realmente llamativas, de repente , un rascar de guitarra y bandurria nos anuncia que el Nuevo Mester va a comenzar el espectáculo, ni que decir tiene estamos en primera fila, dispuestos a disfrutar, cantar y bailar todo lo que nos echen…
Se arrancan con cinco coplas seguidas, conocidas, cantadas y vitoreada por toda la Plaza, la cual esta a rebosar, ya nos tienen en el bote, todas y cada una de las coplas, canciones, romances que van surgiendo los cantamos, la emoción y los sentimientos invaden al grupo, debemos decir que cumplen 40 años en los escenarios, que ya es para valorar.
Para cuando nos saludan a los presentes, se arrancan con el Canto de Esperanza de los Comuneros., uf que decir, mucha, muchísima emoción, piel erizada y canto quedo en la garganta, así continuamos, jota a jota, copla a copla hasta ya bien entrada la madrugada, que con la garganta rota, pero el corazón pleno, y nosotros cogidos de la mano, nos fuimos a nuestra querida carreta que nos esperaba para darnos cobijo en esa mágica e inolvidable noche.
Rocinante
Empapados en sentimientos castellanos y comuneros, llegamos a la muy noble villa segoviana de Sepúlveda…bella como pocas, altiva como solo puede hacerlo quien ha visto en sus calles historias de capa y espada desde muchos siglos atrás, hermosa y dura como solo puede ser quien ha visto librar frente a sus murallas muchas batallas llenas de dolor y sufrimiento…
Más imponente que nunca, engalanada con magníficos pendones, que resaltan los blasones que presiden muchas de las casas de esta Villa, al caer el sol, todo este conjunto llega a su máximo esplendor, las antorchas empiezan a iluminar con luz trémula y con esos tonos anaranjados que nos da el fuego… la belleza es sublime.
Todo el pueblo se arremolina en la Plaza del Trigo, va a dar comienzo la lectura de los Fueros de Sepúlveda, desde el balcón del Ayuntamiento.
Sepulvedanos ataviados como no podía ser de otro modo, al más puro estilo medieval, van dando buena cuenta de todos y cada uno de los privilegios que la Historia dio a esta noble villa…
La lectura llega a su fin, el cortejo real acompañado por la multitud que eleva sus antorchas al cielo segoviano, se retira por las calles junto a las murallas que protegieron Sepúlveda…
Nosotros engullidos por la multitud, paseamos entre puestos que nos recuerdan los mercados del medievo, aquí un herrero, allí un jabonero, el puesto de las hierbas también esta, los fuertes olores invaden todo el ambiente, haciendo de la noche una mezcla a tomillo, cardencha, jengibre y lavanda…
Llegamos a la Plaza de los Gorrinos, para admirar un curioso espectáculo, al más puro estilo de la tierra, están asando a la brasa dos magníficos gorrinos, que luego serán repartidos y compartidos con todo el que lo desee…
A nosotros nos llaman ya nuestros intestinos, y hemos guardado en al memoria una jaima en la cual están haciendo unos kebab y uno té verde que calienta y anima el cuerpo, así que descansamos un rato a la espera de lo que a nosotros nos ha traído fundamentalmente…
Son las doce en punto de la noche, la plaza con la única iluminación de las antorchas, con su peculiar tintineo, crean sombras realmente llamativas, de repente , un rascar de guitarra y bandurria nos anuncia que el Nuevo Mester va a comenzar el espectáculo, ni que decir tiene estamos en primera fila, dispuestos a disfrutar, cantar y bailar todo lo que nos echen…
Se arrancan con cinco coplas seguidas, conocidas, cantadas y vitoreada por toda la Plaza, la cual esta a rebosar, ya nos tienen en el bote, todas y cada una de las coplas, canciones, romances que van surgiendo los cantamos, la emoción y los sentimientos invaden al grupo, debemos decir que cumplen 40 años en los escenarios, que ya es para valorar.
Para cuando nos saludan a los presentes, se arrancan con el Canto de Esperanza de los Comuneros., uf que decir, mucha, muchísima emoción, piel erizada y canto quedo en la garganta, así continuamos, jota a jota, copla a copla hasta ya bien entrada la madrugada, que con la garganta rota, pero el corazón pleno, y nosotros cogidos de la mano, nos fuimos a nuestra querida carreta que nos esperaba para darnos cobijo en esa mágica e inolvidable noche.
Rocinante