Cuando viajamos, tenemos una inexplicable tendencia a buscar el WiFi libre en aeropuertos, estaciones, restaurante, parques y hoteles. Ajenos al enorme riesgo que supone su utilización y con tarifas de datos cada vez más amplias (y que se pueden usar gratis en toda Europa), seguimos pinchando en esa red que nos va a dar más problemas que alegrías.


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