PERIPECIAS DE UN ESPAÑOL EN MARRUECOS
Mis primeros recuerdos de Marruecos son los de un niño, moreno, guapete, pantalones cortos, sandalias de plástico, …, correteando por las blancas calles de Tetuán, de casa de mis abuelos al bazar del moro que vendía de todo, y lo que nunca se me olvidará es la voz ronca, profunda, de mi abuelo diciéndome: “…Pablito, ten cuidado que no hay moro bueno…” y qué razón tenía (¡).
Todos los años busco, y afortunadamente encuentro, la excusa, el motivo para hacer una pequeña escapada a Marruecos y este año ha tocado en diciembre, una semana por el sur del país, pisando arena y viviendo la realidad de sus gentes. Realidad triste, sucia, dejada, realmente da pena comprobar como poco a poco se van degradando sus monumentos, sus reliquias históricas, cómo se va llenando de basura y desperdicios cualquier solar incluso en las ciudades importantes.
Con suficiente antelación, consultando viajes de otros foreros, solicitando consejo a los que conocen bien la zona (gracias Piki&Enrique), pidiendo folletos a la Oficina de Turismo marroquí en España, preparamos un itinerario ajustado al tiempo de que disponíamos, nueve días.
Frecuentes llamadas a Viajes Normandíe, a las navieras Comanav y FRS, para consultar precios y horarios. Un mes antes del viaje nos dieron precios interesantes tanto en Normandíe como en Comanav, aproximadamente unos 170 euros, Ac + 2 personas I/V, Algeciras-Tánger. Una semana antes de la salida los precios casi se duplican y no te mantienen los anteriores. Optamos por FRS, salen de Tarifa, tardan menos en cruzar, y hay más variedad de horarios. Su oferta consistía en 250 euros, con la ventaja de que permiten reservar con antelación.
Como todo viaje que se precie, este comenzó un par de meses antes de la partida, porque un viaje se disfruta tres veces, cuando se prepara, cuando se realiza y cuando se recuerda.