Iniciado por
romario
Hola, yo no tenía experiencia en camping, solo lo leído en este y algún que otro foro. Este Verano nos hemos iniciado con un remolque tienda y por lo leído tenía yo la idea de llegar al camping y encontrarme una marea humana de personas intentando ayudar. Esta situación hasta me preocupaba por si me llegaba a agobiar. Precavido de mí, me lleve la nevera enchufada al coche con 15 cervezas casi congeladas no fuera que la multitud superara la estimación de cervezas realizadas.
La realidad, llego con el coche y el remolque después de 7 horas de viaje, llego a recepción y me dicen que mire la parcela libre que me guste y me instale, después ya rellenaré los datos. Paso andando, elijo la parcela, me hago notar a ver si los vecinos me ven. Visto que nadie dice nada salgo a por el coche con el remolque, lo niños y la Doña entran andando. Desengancho el remolque, lo monto, me instalo, etc., Ni los del camping se acercan. Voy a recepción me preguntan la parcela que he ocupado, mi contestación "ni idea, no se ni siquiera si están limitadas, si tienen número, si donde he puesto el coche es lo correcto, vamos que me he puesto donde y como me ha salido de los mismísimos.
En este camping he estado 7 días, bebiéndome una media de 2 cervezas diarias para acabar con las 15 que tenía. Incluso teniendo algún problema logístico (se puso a llover y me entró agua) me busqué la vida, mi mujer y yo (que parecemos muñequitos de un futbolín) intentando poner una lona por encima del carro, al final con ayuda de un palo de cepillo, subido en el coche, etc. lo logramos. Al día siguiente los de enfrente (que nos vieron perfectamente pasar el apurillo) y los de un lateral estaban quitando las hojas del techo de la caravana con unas hermosas escaleras.
Me cambié de camping y me pasó un poco lo mismo, quitando que hay si que el señor de recepción me preguntó si necesitaba ayuda para mandar a su hijo. En este fue una situación más curiosa, llego y como había coches aparcados muy cerca de las parcelas desengancho el remolque y lo llevo a mano un trozo, los niños detrás, la doña diciéndome noseque, total, bajo las patas, lo abro, lo monto, mesas, sillas, piquetas, sudor, lágrimas (es la tercera vez que monto el remolque). Cuando tengo todo instalado y me voy a ir con los críos para dar una vuelta aparece un señor, muy majete, que el mamón tiene un carro exactamente como el mío, que me ha visto sufrir por no acordarme donde va una barra y se ha hecho el orejas. Obviamente me pilla sin cervezas para espabilados.
Espero encontrar en mis próximas salidas gente del bando de la ayuda cervecera.
Saludos.